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  • Camila Cevallos

Experiencia del XI Campamento Nacional Crucita 2017 - Tema: Identidad

Desde 8vo, que entré al Javier y a su vez a los Grupos Ignacianos, solo escuchaba a los chicos hablar de los campamentos Nacionales, sus experiencias ahí, o cómo deseaban vivirlo; no los entendía bien en ese entonces, pues no podía comprender lo que esto significaba en sus vidas.


Cuando me dijeron por primera vez, que había sido seleccionada para ir al campamento Nacional de este año, realmente el primer sentimiento que inundó mi corazón fue alegría y sorpresa, pues de tantos que pudieron haber ido a ese campamento, se habían fijado en mí. Sabía el compromiso que esto implicaba; un grupo de alumnos y yo, en comunidad, íbamos a representar a nuestro colegio a nivel de toda la Red Educativa Jesuita Ecuatoriana, era un gran reto. Nuestra preparación comenzó dos semanas antes de la fecha señalada de partida, Luis Luna (pastoralista de 1ro BGU), más conocido como Luchito, nos ayudó mucho con este proceso, estuvo siempre exigiéndonos lo mejor de cada uno; durante esos días pudimos ver las dificultades que cada miembro de la comunidad tenía; armar carpas, cocinar de verdad en cocinas rústicas, comer en comunidad y preparar el sketch fue lo que día a día íbamos puliendo como comunidad. A mí en lo personal me tocó ser guía de la comunidad, esto significaba que yo debía hacerme cargo de la repartición del menú y los implementos de la comunidad, revisarlos y ver que nada faltase. El día jueves nos embarcamos en el bus todos nerviosos e inquietos por llegar, Roxana Pérez, nos acompañó durante esta experiencia, cuadrando tiempos, y representándonos entre los directores de las otras pastorales de los demás colegios también nos acompañó Luchito y Juan Sebastián Villalba quien fue el Jefe de campamento. Llegamos alrededor de las 2:30pm a la Ciudad de Lona, donde nos recibieron los chicos y chicas del Cristo Rey y desempacamos las cosas con las que ese fin de semana sobreviviríamos. Fuimos a hacer tiempo, a comer y a conocer el sector en el cuál el campamento estaba situado, no era muy desarrollada la verdad, más bien era un sector muy humilde. Cuando volvimos estaban ya los otros colegios, tuvimos un tiempo para integrarnos, conocernos y charlar antes de que el campamento comenzara. Y comenzamos armando las carpas donde nuestras dos comunidades quedaron primeras, ese día tuvimos una pequeña charla de integración y explicación de lo que iba a ser el campamento.


Los siguientes días abordamos el tema de la identidad, pudimos vernos reflejados en la creación del otro, pudimos perdernos y encontrarnos con Dios, hablar sin palabras, conocer a través del silencio, reflexionar sobre nuestro pasado, presente, y futuro, conocernos mediante la oración y la convivencia con el prójimo. Supimos sacarnos la máscara.


Tuvimos actividades como la gymkhanna, los juegos de campamento y la preparación del plato típico en las que el trabajo en equipo primo sobre todas las cosas. Cabe recalcar que la comunidad de mujeres conjunto a la comunidad de hombres del Cristo Rey llegó primera en la gymkhanna, en la cual además de correr y adivinar pistas, nos ensuciamos como nunca lo hicimos en otro campamento. Luego de eso el ir a la playa a jugar, conversar y divertirnos en comunidad fue tan relajante y tan hermoso sentir a Dios en la naturaleza, en su creación y sentirnos parte de ella, solo alguien que realmente lo ha experimentado, va a saber lo lleno de corazón que se siente luego de eso.


Mi parte favorita fue la acción social, fuimos a una escuela a pintar la cancha, a sembrar árboles y a hacer una limpieza general, realmente no fue mucho lo que hicimos, pero sabemos que servirá en algo a los chicos que estudian ahí para sentirse más cómodos en su lugar de estudio. Mientras pintábamos los baños, nos pudimos dar cuenta que realmente somos muy suertudos de poseer nuestros bienes, que a veces no apreciamos o ni siquiera los vemos, sino que los damos por hecho. Lo mejor de esto fue que realmente nunca pensamos en la recompensa que tendríamos al final sino que lo hicimos ciegamente para un prójimo que nunca lo conocimos, ese amor ciego es de lo que el mundo necesita enriquecerse en estos momentos.


La fogata fue una experiencia hermosa, en la que además de ver sketches de todas las comunidades, pude ver una realidad que nunca antes había visto tan de cerca, el lugar donde la fogata se iba a efectuar estaba justo a las afueras de la ciudad de lona, por lo que prácticamente estábamos afuera del terreno, unos niños de la mitad de nuestras edades, en el frío de la noche, descalzos y desabrigados salieron a jugar justo al lado de la fogata, para ser sincera, esto me impacto más, saber que justo donde yo estaba disfrutando, había gente que jamás vivirá una experiencia así; miles de dudas surgieron en mi cabeza ¿dónde estaban sus padres?, ¿Dónde vivían?, ¿Qué están buscando?, etc. Mi compañero, Daniel Rodríguez, que pudo ver mi intriga en ese momento se me acercó al oído y me dijo que disfrutara el momento, que ese día, con la acción social realizada, estamos, levemente, mejorando su vida y que tal vez solo venían para ver los sketches, eso me dejó más tranquila y pude disfrutar en su medida la fogata. La consigna de ese día va a ser una frase que jamás voy a olvidar, “En todas partes hay algo bueno por hacer” ~Beato Pedro Fabro S.J.


El campamento Nacional, no fue lo que esperaba, superó toda expectativa que yo pude haberme planteado, quedamos como 2da mejor comunidad de 20, algo que nunca imaginamos posible, el hacer amigos de otros colegios que comprenden que es lo que en tu mismo colegio te critiquen y te echen piedras por hacer algo en voluntad de Dios, chicos que comparten sus experiencias, mismos pensamientos y mismas ideas en una diversidad unificada tan difícil de comprender, el poder enriquecerte de su amistad, y unirte con personas de tu mismo colegio a tal punto de que lleguen a ser tu familia, no tiene precio alguno. No me quedó bien claro quién soy concretamente, en lo personal, pero creo que tampoco hubiese logrado descubrirlo en esos 4 días, pienso que este autodescubrimiento es un camino, y el Campamento Nacional fue un impulso para encarrilarme vienen este y poder encontrar mis dones y compartirlos con los que más lo necesitan pues aún queda mucho por hacer.


Y ahora, como Unidad Educativa Javier, debemos comprometernos a por lo menos igualar esta experiencia para el XII Campamento Nacional en el Triunfo, pues realmente es una experiencia que todos deberíamos vivir bien para perdernos y reencontrarnos en Dios.

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