- Psic. Argenis Augusto Pincay Martínez
¿Tu proyecto o nuestro proyecto de vida?

Estamos llamados a ser participantes activos de la construcción del proyecto de vida de los jóvenes, desde nuestra posición de profesores o autoridades; pero sobre todo desde la posición de padres de familia. Estamos llamados a acompañar el maravilloso proceso de darle un para qué a la historia de las personas que tenemos bajo nuestra responsabilidad -de quienes hemos asumido libre y voluntariamente, con gran cariño aprecio y amor- un rol formador sobre ellos.
Si asumimos responsablemente esta actividad, debemos propiciar que la juventud tenga un espacio en el que se desarrolle plenamente, tanto intelectual, emocional y físicamente, al brindarle actividades acordes a sus intereses y aptitudes.
¿Quién de nosotros no desea que sus hijos o estudiantes sean grandes empresarios, médicos, trabajadores del campo de la construcción, físicos, matemáticos, artistas, escritores; en definitiva, que sean responsables e investigadores y ejecuten sus actividades no solamente por una remuneración sino por el deseo de crecer plenamente cada día mientras realizan aquello que los hace feliz?
Como nosotros sabemos, el camino a la construcción de un Proyecto de Vida no es fácil, tiene altos y bajos, está lleno de decepciones y situaciones que no nos ayudan a crecer; pero sobre todo está repleto de alegría, lo cual nos invita a soñar más y más. Por tal motivo, es necesario que brindemos a los jóvenes la información necesaria para que puedan decidir, de manera acertada, las acciones pertinentes para cada uno; siempre en compañía, escuchándolos, fomentando el diálogo bidireccional, que tanta falta nos hace; llevarlos de la mano, como cuando eran más pequeños -si fuese necesario- y velar para que sean capaces de valerse por sí mismos. Hay que ser ejemplo para que no sólo sepan qué quieren ser, sino cómo desean serlo, qué tipo de persona para la sociedad; debemos enseñarles a buscar sus anhelos y a alcanzarlos. Este ejemplo empieza con papá y mamá, las normas que se manejan dentro de la casa, las bases sólidas del cristianismo y la espiritualidad, realizando el seguimiento a los amigos que frecuentan a nuestros hijos, preguntándome si ellos son una buena influencia los unos para los otros.
Debemos velar por el desarrollo integral de los chicos, brindarles las herramientas necesarias para la realización plena de su proyecto de vida. Todos los actores sociales debemos demostrar el cariño que se tiene por ellos. Un joven querido encuentra sentido para su vida porque sabe que es valioso para alguien (para muchos, para todos), sabe que puede ser muy valioso para la sociedad, para sí mismo.
Entonces, hay que preguntarse:
- ¿Cómo he contribuido a la formación del Proyecto de vida de mi hijo o mi estudiante?, - ¿Demuestro a mi hijo o a mi estudiante, con acciones reales, lo orgulloso que estoy de él?
- ¿Me intereso por su pensar y su sentir?
- ¿Cómo le demuestro el cariño y el amor a aquella persona que he visto crecer durante tantos años?
Si ellos lo saben, entonces debemos sentirnos contentos: la mitad del camino ya se ha avanzado y la recompensa será solo para ellos. Su triunfo es nuestro triunfo, su fracaso no está permitido…