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  • Camila Cevallos

Misa en honor a la Madre Dolorosa: Última misa en el colegio, pero no última de la vida.

Desde que entramos al colegio, nuestra mente se fija metas y la más anhelada por cada estudiante, es la graduación, ese día en el que finalmente todo su esfuerzo rinda frutos y se vea reflejado en el diploma; sin embargo durante los 6 años que dura la secundaria, no notamos que al terminarse nuestro periodo escolar dejaremos atrás mucho más que solo un colegio.


El día 16 de enero del 2018, se celebró la última misa en honor a la Madre Dolorosa del presente año lectivo, pero, para los chicos y chicas de la promoción 57, esta misa significo la culminación de un período trascendental en sus vidas.


Hace 6 años todos ellos estuvieron al frente de la Madre Dolorosa y pusieron en sus manos lo que en ese momento eran sus deseos más preciados, sus miedos y sus compromisos; el día de hoy, tras recorrer el arduo camino del colegio, esta carta se les ha devuelto en frente de todos sus hermanos de promoción, compañeros, padres, amigos y mentores que estuvieron junto a ellos en cada paso de este recorrido, muchos de ellos conmovidos por la emoción soltaron algunas lágrimas; y sí, tal vez ese no fue su último día de colegio, pero para ellos significó volver al lugar en el que todo comenzó, ese lugar en el que se convertirían en quienes son ahora y el mismo lugar en el que conocerían a aquellos extraños, que el día de hoy llaman amigos.


Antes de finalizar la misa, el estudiante Juan Villalba dio unas palabras de despedida y esperanza para todos sus compañeros y hermanos, las cuales seguramente se quedarán impregnadas en nuestros corazones durante toda la vida. “Al atardecer de la vida seremos examinados en el amor” fue la frase en la que se basó todo el discurso, palabras de San Juan de la Cruz. Durante todo el discurso hondamos en las experiencias que cada uno de los miembros de la promoción 57 alguna vez tuvo; al final, este nos exhortó a amar y seguir amando, a preguntarnos cómo corresponder a cada una de esas personas que me ha amado y a vivir como un buen javeriano: “ A mayor Gloria de Dios”.


Sin duda alguna vamos a extrañar a la 57, pero nos consuela el saber que siempre podrán contar con nuestro apoyo y como javerianos siempre regresarán a este, su hogar, pues, “Al Javier se entra pero nunca se sale”.

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