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  • Lcda. Nurys Pereda

¿Quién dijo que todo está perdido?

La respuesta a esa pregunta va más allá de ofrecer el corazón.


El sábado pasado, 16 de septiembre 2017, al marcar las agujas del reloj las 6H:00, un grupo de estudiantes y colaboradores de la unidad educativa javeriana, despertamos para hacer del sueño una realidad: la construcción de una casa más en la comunidad Las Cañitas, Manabí.


Cuando somos capaces de ver el trabajo realizado por esos chicos, después de haber recaudado con sus iniciativas, los fondos para tal construcción, donar horas de su tiempo vacacional, no podemos permitirnos continuar escuchando expresiones como: “la juventud está perdida”, “¿qué será de las nuevas generaciones?”. Pasa que como adultos muchas veces dejamos de pensar que somos los guías de nuestros jóvenes. Pasa que queremos educar para el futuro y olvidamos el presente; cuando educar en el presente garantizamos el futuro.


Y sí, se construyó la casa después de una larga jornada de trabajo, entre esfuerzos, risas, sudores y la mezcla de sentimientos que no podía faltar. Una Isabel Lima soltaba la brocha y jugaba por momentos con los pequeños para que no interrumpieran el trabajo, mientras Marissa pintaba los paneles de la casa; Tribiño, Amador y Matamoros martillo en mano, no tenían compasión de la madera.



Al filo de las tres de las tarde, se paró la obra constructiva, pero se paró porque habíamos terminado, dándole paso al cansancio, al agotamiento, pero también a la satisfacción. Se entregó la casa a la familia, acompañada de una Pausa Ignaciana que hizo Matamoros. Y sin hacernos esperar, fuimos a ver otra posible construcción porque la idea es continuar, continuar y continuar… y así terminó la tarde.


Cerramos el día y le dimos la bienvenida a la noche, con la misa auspiciada por el Fabro, donde entre otras cosas, nos agradeció por el trabajo mancomunado, quizás sin darse cuenta que somos nosotros los agradecidos por tenerlo como el gran mentor espiritual del Javier.


¡Y ya! De retorno a casa, en altas horas de la noche, cansados hasta la médula y felices de corazón, todos concordamos que repetirlo otra vez vale la pena.

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