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Hace dos mil años se dio el más grande misterio de fe: la Encarnación del Hijo de Dios. Jesús se despojaba de toda gloria para venir a ser carne, para «hacer su tienda» y encontrarse con nosotros, tal como ocurrió con Moisés en el desierto. Pero el Verbo ha querido también hacer su tienda y acampar en la «Ciudad de Lona».

¡Jesús no ha querido acampar solo con los israelitas del siglo I! Se hace presente en cada una de las actividades del grupo de campamentos de la Unidad Educativa Javier. En cada dinámica, en cada charla y en cada actividad los chicos salen al encuentro de Jesús y son capaces de contemplarlo.

Un  CELista verdaderamente ha de ver a Dios en todas cosas: en la Eucaristía, en sus amigos acampados, en los juegos y en la hermosísima naturaleza, porque por la belleza de la Creación se conoce al Creador. El respeto al medio ambiente, la profunda reflexión religiosa y el compromiso social del CELista son las características  que lo hacen capaz de contagiar a Cristo en un mundo cada vez más alejado del Sumo Bien.

Cada año, concluidas todas las actividades de cada etapa, los miembros del CEL reciben una pañoleta de diferente color, que representa sus principales cualidades y responsabilidades. La pañoleta verde representa el presente esperanzador de la juventud, la pañoleta roja, el sacrificio y el compromiso de aprender cada día algo nuevo para estar siempre dispuestos a servicio. La pañoleta amarilla representa la luz y la disponibilidad alegre de los jóvenes y la azul, que corresponde a los caminantes, que son ex-alumnos que van a seguir acompañando a los CEListas.

Los jóvenes son los llamados a acabar con los errores del pasado, a construir una sociedad más justa arraigada en los valores del Evangelio y a desterrar todo el odio que consume a los hombres. En definitiva, están llamados a encarnar a Jesús en los corazones de los hombres.

Grupos Ignacianos

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